Un gran reto es fundirme en las letras que imprimo en el inmenso papel blanco prensado en la máquina de escribir.
Puede ser para los inexpertos, cosa de nada, me refiero a aquellos que solo ven pero no ejecutan.
Pero un papel blanco puede quedarse en esencia blanco si lo único que se hace es escribir estupideces o puede quedarse medio lleno pero estar inflamado de poder.
Todo depende del escritor, de su vida irreparable e insustituible, todo depende de su mente y de las experiencias banales, precisas, concisas, obtusas y difusas.
Un escritor puede pandear banquetas, la tinta únicamente solo sirve para darle permanencia.
Me disuelvo...